paparazzi attack
No creía cambiar los apodos por los que estaba llamando a Mia en un buen rato. Prada, princesita, maniquí. Todos ellos pasaban a formar parte de la improvisada relación que tuvieron que formar en un principio para huir de los paparazzis. Ademas: es parte de nuestra historia, Prada. El pensamiento fue fugaz en la mente de Irina, pero consiguió sacarle una sonrisa a la rubia, que seguía de cerca los pasos de la princesa. Pero ahora Mia había dado a conocer su nombre, mientras Ira intentaba recordar de que monarquía formaba parte la chica; no tenia mayor idea de monarquía ademas de la que debía conocer por excelencia -la británica-, pero suponía que luego podría preguntárselo a Prada. — Tanto si le molestaba como si no, alteza, no planeaba dejar de llamarle así — el fingido tono de respeto en esa frase estaba de mas, pero a Irina la tuvo sin cuidado. — Y coincido, la verdad. Prada es una de mis marcas favoritas — era tal vez la primera vez que no utilizaba ningún sarcasmo y decia algo personal -que no lo era tanto, si tomaba en cuenta que vestía prendas prada la mayoria del tiempo-. — No lo perdiste, princesita. Nunca te lo dije — rodó los ojos tras un bufido rápido, — Irina — dijo con un encogimiento de hombros, porque el Sulzberger estaba de mas. Seguramente si Mia se presentase como era debido, entonces diria su nombre completo, lugar de origen, títulos, tipo de sangre y numero de pasaporte, y aunque el pensamiento tenia un tono sarcástico, no era del todo falso.
La rubia observó a su acompañante y asintió con lentitud; realmente no esperaba que ella hubiese fraguado un plan maestro, pero se imaginaba a los agentes de seguridad que la custodiaban estudiando los planos de Cambridge, solo para dar con las posibles salidas para una princesa en apuros. O tal vez ella en serio tiene cerebro, pensó rápidamente Irina. Fuese como fuese, la rubia y su acompañante no tenían tiempo para detenerse a discutir el plan que debían seguir, pues tal parece que debían hacer algo mas improvisado. — Un taxi — repitió Irina con voz pausada, ¿para que quería un taxi si tenia un auto? Lo único que tenia que hacer era conseguir llegar a su apartamento en el campus, que no estaba a mas de quince minutos del edificio en el que se encontraban. En el peor de los casos, se encontraría con una multitud de reporteros. Irina rebuscó entonces en su bolso, esperando encontrar su billetera; sin embargo, al parecer esta se había quedado en su habitación cuando salió apurada de ella. — ¿Que te parece si vamos por mi auto mejor? — aquella no era mas que una pregunta que respondía al hecho de que, descuidada como siempre, no tenia ni una libra encima.
Tal como lo había intuido en principio, la princesa no iba a aceptar su modesta invitación a un club nocturno. Hay una imagen que cuidar, suponía Irina, aunque a ella le pareciese ridículo. — No es primera vez que dicen algo de mi, Prada. Puedes estar tranquila, no voy a necesitar un psicólogo después de esto — la inglesa se encogió de hombros y guardó silencio mientras observaba la escena y caminaba detrás de Mia. La puerta que segundos atrás había parecido su escape perfecto, ahora no era mas que un gigante estorbo. Estaba cerrada. Irina siguió de cerca a la princesa, evaluando lo que estaba haciendo.
Habían subido al segundo piso esperando encontrar una salida, pero ahora habían bajado y la ventaja que adquirieron de los paparazzis era inexistente. Irina rodó los ojos y se estiró solo para intentar tirar del codo de Mia; sin embargo, cuando estuvo por hacerlo, Mia retrocedió y eso obligó a Ira a hacer lo mismo para no tropezar. Guardaron silencio unos segundos, en los que la acompañante de Irina no tardo en hacerle unas cuantas señas. — No, princesa, me parece que ya no estas segura de lo que haces — sugirió en un murmullo la rubia — Pasamos de largo una puerta que podía ser la salida y estamos yendo directamente al centro del laberinto— señaló con un movimiento de cabeza la dirección por la que iban — Vamos a quedar rodeadas en cualquier momento — puntualizó.
Irina acomodo su chaqueta de cuero con ambas manos y luego, con su mano derecha, le hizo una seña a Mia para que caminaran hacia el salón de clases que tenían al frente — Todos los salones tienen dos puertas laterales, debes saberlo. Si entramos por esta...— giró el pomo de la puerta, que cedió con facilidad — Saldremos por el otro extremo, del otro lado de los paparazzis — explicó mientras notaba la penumbra del lugar. — Cuidado por donde pisas, princesa. No podemos encender las luces — ni siquiera sabia donde estaba el interruptor, en realidad. La rubia se movió con agilidad por el pasillo entre filas, llegando al otro extremo. Abrió la otra puerta entonces, y se asomó en el pasillo, evaluando la situación. — Parece que esta despejado — murmuró.
Dom Sep 20, 2015 6:37 pm por Sofía V. De Doménech
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