Un paseo por las nubes | Familia Kristensen

Todavía no estaba segura de la opinión que tenía de ese nuevo estilo de vida, viviendo en Londres, y con constantes viajes a Copenhague, porque a fin de cuentas ahí es donde estaba su padre. El lado positivo es que no era un vuelo demasiado largo, el lado negativo que las resacas a la altura a la que volaban se llevaban bastante peor.

La noche anterior se había salido de lo previsto. Sus planes habían sido una velada tranquila con sus amigos de Dinamarca, a los que ahora tenía muy pocas oportunidades de ver. Pero la cena se había alargado, la habían llevado a un club que acababa de abrir en la ciudad... Y una cosa había llevado a la otra, de modo que había tenido que ir directamente al aeropuerto, con la misma ropa que había usado la noche anterior, y unas gafas de sol enormes que servían no tanto para pasar discretamente por delante de la prensa como para esconder unas pronunciadas ojeras que eran solo el último complemento a la cara de muerta viviente que lucía aquella mañana. ¿Porque habían planeado el vuelo a esas horas indecentes? (Porque cualquier hora antes de las 12 de la mañana seria indecente)

Fue la última en llegar, y se dejó caer en uno de los asientos, junto a su hermano. Su aspecto era malo, pero seguramente se sentía mil veces peor de lo que aparentaba. No se molestó en quitarse las gafas de sol, pero si pateó lejos los altísimos zapatos de tacón que había llevado durante demasiadas horas.

- ¿Alguien tiene pastillas para el dolor de cabeza? ¿O algo para sacarme de mi miseria y que pueda llegar viva a Londres? - iba a quejarse del ruido de los motores, pero sabía que era inútil, a pesar de que el ruido amenazaba con perforarle los tímpanos - No volveré a salir en toda mi vida.

Mia adoraba las reuniones familiares, sobre todo por que podía escuchar lo que todos tenían que decir, en persona, en vez de tener que llamarles constantemente para saber lo que hacían con sus vidas. Excluyendo a Mikkel y a Nathaniel a quienes veía constantemente por el Campus y por la casa al exterior del Campus que tenía. Elsa y Erik era otra historia completamente. Se preguntaba por que no venía más a menudo, pero viendo la cara del resto de su familia pudo adivinar la razón de eso.

Ingresó en el avión privado junto a Nathaniel y Mikkel, ya que ellos se habían levantado temprano y decidieron ir juntos estando en su hogar. Acomodó su vestido azul claro una vez que se adentró en el avión y poco minutos después ingresó su hermana mayor y Mia solo arqueó su ceja derecha — Pues alguien se ve... como basura. — rodó sus ojos al ver a su hermana en ese estado. La adoraba sí, pero no podía decir que era muy fanática de su forma de comportarse aveces. Aunque si constara de Mia no saldría tanto lo hacía. —  Tengo unas pastillas para el dolor de cabeza en mi cartera ¿Las quieres? — rebuscó su bolso mientras que no tardaba demasiado en encontrar lo que buscaba. Todo estaba tan perfectamente acomodado que era imposible perderse. — Así dijiste la vez pasada y aquí estás. Pero bueno, yo tengo algo de hambre. — soltó un pequeño suspiro mientras que acomodaba uno de sus brazaletes en la mano izquierda.

Miró a Mikkel un segundo y luego a Nathaniel — Nath ¿Me acompañas a ver que van a dar las azafatas de desayuno?— el avión era grande, tenía los asientos a los lados y una cortina que separaba los lados. Pasó a un lado de Erik dedicándole una sonrisa mientras que finalmente pasaba por la cortina para ver que no había nadie ahí, pero estaba a solas con Nathaniel.